domingo, 22 de febrero de 2015

Red.

 En algún lugar del mundo, en Hollywood para ser más exactos, cientos de celebrities se visten de fiesta. Preparativos que empezaron hace horas, incluso semanas si consideramos los tratamientos exfoliantes y selección de outfits. ¿Ustedes qué hicieron? ¿Yo qué hice? Puedo decirles lo que no hice, no me preparé para ninguna alfombra roja, aunque sí me exfolié la cara. 
 Intercalar pizza fría y m & m´s, en un estado larvastic (inventada); eso es el domingo para mi. Son esos días en los que limpias tu piel y te vestís solo para seguir sintiéndote humana. Porque, seamos honestas, esta pollera de algodón floreado y encaje crudo NADA tiene que ver con la película que acabo de ver rodeada de almohadones y conectada a un chat de notas de audio. 
 "Larvastic Mode", es el término más canchero que se me ocurre para describir un domingo en el que me quedé dormida para mi único plan y tuve que reagendar. Pero, todo pasa por algo my dear friends. Y es que, mientras musicalizaba mi baño de inversión en Youtube (Vintage, lo sé), me crucé con el trailer de una peli que llamó mi atención. 
 Ultimamente, desde hace unos 29 años, me pregunto mucho sobre el amor. ¿Es un flechazo? ¿Es una construcción? ¿Cicatriza por segunda? ¿Tiene límite de edad? ¿Caduca? ¿Nace de la amistad, de la potritud (ser potro), del silencio, de los puntos en común? 
 No sabemos describir lo que es el amor y sin embargo lo añoramos. Caemos en reduccionismos de mariposas en el esófago o diamantes en la playa, alguien que te llama por un parlante para que no te subas a un avión o que confiesa sentimientos en una carta que llega de sorpresa a tu casa. 
 Creemos que el amor, es el amor de las películas. Pero, seamos honestos, la pantalla solo captura los gestos más grandes, dejando de lado la cotidianeidad. 
 ¿Qué es lo que añoramos entonces? Creo que son los gestos. No son los celos o la forma en la que el otro mastica, el mal humor o su buzo preferido. No es tener que compartir el espejo a la mañana o no poder elegir el lado de la cama. No son las peleas por lo que no decimos o las diferencias en lo que proyectamos. Añoramos los gestos, de ahí nace el amor y eso es lo que queda cuando se va. 
 Añorar no significa querer volver a donde estábamos, es pasar por algo que nos hizo bien porque quedó enlazado a una sensación. Es como las alitas bordadas en los jeans de Rapsodia: Nos recuerdan una linda época de jeans holgados y camisas de bambula; pero ya no están en la agenda del día. ¿Las vamos a volver a vestir? No, pero son símbolo de una era. 
 El amor solo puede nacer de los gestos. Pero no de cualquier gesto o en cualquier momento. Nace de los detalles y creaciones perfectamente situados en una  historia. 
 Esta historia que encontré hoy, tenía todos los gestos adecuados, en todos los momentos inadecuados. Y me hizo pensar, en la gente que tiene todos los gestos cuando nosotros no tenemos los momentos; y las personas que no tienen ningún gesto, cuando nosotros estamos en el momento. 
 Hollywood captura los gestos y los transforma en película, porque los gestos mantienen vivo el amor. Y una vez al año festejamos a los actores que mejor encarnan estos gestos y nos hacen sentir añoranza por esos momentos. ¿No seremos acaso todos merecedores de un Oscar? ¿No merecemos todos una invitación a la Oscar After Party? Hasta que se haga justicia, nos queda vestir nuestras polleras de encaje al lado de una coca light; mirando la red carpet, criticando vestidos y votando a los que mejor encarnan nuestras historias que, siempre, son de amor. 

Jaque al Rey...

            Hace tiempo empecé a experimentar una sensación. De esas que nacen del medio del esternón y te contraen como si fueras a echar...