miércoles, 25 de mayo de 2016

Vamos a dejarnos de jugar con sentimientos...

 Hace ya varias semanas que mi psicoanalista y yo hablamos de nuestro recorrido. Repasando mi cancherismo al casi jurarle que no me iba a ver llorar, mientras devolvía su caja de carilinas al estante de ese mueble que no combina con nada del consultorio. 
 Yo me acuerdo qué tenía puesto cuando  nos conocimos, ella se acuerda de todo lo no dicho que me hizo sacar de ese estante descolocado. Las dos coincidimos en que a veces los repliegues tienen que ver con temporalidades distintas. 
 Mientras acaricio a su caniche recién pelado, mi fiel compañero de diván, me confieso. "Empiezo a pensar que lo más difícil de los vínculos es el timing". Y le explico, dispositivo psicoanalítico aparte, que es muy complicado estar en sintonía. 
 Ella espera desde hace más de tres años que yo pida las carilinas y yo, recién ahora, empiezo a verlas en escena. 
 Es como ese jean que te entra ahora, pero no querés usar; enfrentado contra el otro que no te pasa por una pierna y deseás más que nada. Son tiempos e intenciones desfasadas.
 Me suelto el pelo, bajo al caniche del diván, ubico el tapado sobre los volados de mi pollera y me paro. Me acomodo el collar y pienso. Pienso en todas esas relaciones que no funcionaron por estar en páginas diferentes. 
 ¿Entonces? Decido cambiar el curso de la historia, volviendo a Megatlón después de un mes (o más) de silencio de radio. Porque aceptar una promesa que no vamos a cumplir, es jugar con sentimientos. O, en este caso, con mi VISA. 
 Mi profesora de stretching es como Voldemort combinada con Magneto. Te hace conocer músculos que ni sabías que existían, te hace pensarlo dos veces antes de abandonar un ejercicio extenuante a la mitad y te nombra por el color de tu outfit (Yo soy "Fucsia", pero también está "El de Gris" y "Vos, la camuflada").
 "¿Estás sufriendo? Si no lo sentís, no estás haciéndolo bien". ¿Es mi profesora de stretching o Cupido? Quiero sentirme bien con mi Superyó, no unirme al Cirque Du Soleil. Mi nariz no puede ir más allá de mis rodillas, no si quiero seguir caminando al menos. 
 No me preocupa, es un trabajo de equipo. El de gris está por llorar y la camuflada agarró su cartera cuando nadie miraba. Estamos todos juntos en esto.
 "Si no lo sentís, no estás haciéndolo bien". Como motivación gimnástica (Sí, el stretching ES gimnasia), deja mucho que desear. Pero, como enseñanza de vida, su filosofía es muy interesante. 
 Y hoy, 24 horas después, mientras asumo que tengo 30 años y cocino con una copa de vino; recapitulo mientras escucho el relato de cita de alguien más.
 Empecemos por aclarar que hay tres posibles resultados para una salida: A) Te encantó, B) No te gustó/Lo odiaste/Que te trague la tierra, C) No te provocó NADA.
 Por A y por B, la historia es diferente. Es en C donde entra la enseñanza de vida de mi profesora de elongación. 
 "¿Cómo te fue?". "Bien. Pero nada, no me disgusta ni me gusta". OK. Es como una remera blanca básica; o esa canción de Luis Miguel que no le devolvió el éxito, pero nadie criticó. 
 ¿Cómo puede ser que alguien no te provoque nada? Puede ser, no teman. Las preguntas esenciales son: ¿No te provocó nada porque son un cero en compatibilidad? O ¿No te provocó nada porque estabas haciendo mal el ejercicio?
 He aquí donde timing y el mal ejercicio se asocian. Porque, cuando alguien no te genera nada de nada, no estás en el momento. Si no estás sintiendo, estás haciéndolo mal (Según Voldemort). 
 Hace tiempo tuve una charla de feedback/update/máquina del tiempo; con alguien que conocí. Cumplía con dos cualidades esenciales para mi en cualquier ser humano: Gracioso e inteligente; pero no me provocó nada. Lo único en lo que podía pensar en ese momento era en mi romance incipiente y apasionado con Netflix y mi adicción, hoy superada, al mantecol. 
 A veces, hacemos mal el ejercicio, y no sentimos nada. Mi profesora de stretching, dice que es porque no estamos sufriendo. Yo digo que, los músculos, necesitan tiempo. 
 Cuando sentimos, no hay tiempo de dudar, hay que hacer bien el ejercicio. Hoy alguien se angustia, porque no siente nada; yo siento que no está mal ser fiel a esto  y no jugar con sentimientos. 
 Todos se preguntan en cierto momento si, alguna vez, alguien (más) les va a gustar. Yo siempre respondo que sí; cuando superen su romance con "Netflix", van a volver a sentir.











martes, 10 de mayo de 2016

A public affair...

 Diez horas y media de trabajo, un chico en el colectivo usando remera con capucha, un mal día para mi pelo, una tortilla de papa y CERO coca light. 
 Cual Lindsay Lohan en rehab, llego a casa pensando en que esta es una buena semana para hidratarme solo con agua. Pero no. Me entero que una chica empapeló Palermo con un Tinder y, no puedo evitarlo, necesito Coca Cola. 
 ¿Saben qué pienso? Pienso que esta chica confundió un barrio de CABA con el reino de la Cenicienta. En el 2016, no tenés chances de ubicar a una chica a través de un zapato. Todas entramos en un talle 37. Menos que menos, vas a encontrar a Tinder por un folleto. 
 No se confundan, probablemente la llame. Pero ella va a tener que cambiar el celu antes de ese momento, por la cantidad de mensajes que va a recibir. 
 Prejuicios a un lado, estoy con la causa de fondo. Estoy con la causa porque descubrí que, después de todo, soy una romántica. Pero  también pienso que a esta "jugadora", le faltó un poquito de aguante de su equipo. 
 Soy la primera en decirles que, si les gusta y tienen ganas, manden mensaje. Estoy 100% comprometida con la meta y nunca voy a prohibirles ir a Zara por una primera cita. Si me encuentran en un buen día, seguro hasta justifique uno que otro "visto" y nunca voy a dudar en asesorarlas sobre cuáles son sus mejores anécdotas y qué color les queda mejor. 
 ¿Por qué? Porque eso  hace un jugador en equipo. Ahora bien, también siento que es mi obligación disuadirlas de comprometerse en cualquier tipo de pasacalles, cartel abrillantado, panfleto o banner por un período de 12 meses...o toda la vida. 
 Y no se trata solo de la falta de seguridad en que el mensaje llegue al destinatario. Porque, seamos honestas, incluso cara a cara el mensaje podría no llegar. ¿O no es ese el encanto de la interpretación? Se trata del trasfondo de estos pedacitos de papel pegados con engrudo por un barrio pintoresco de Buenos Aires. 
 Seamos realistas. ¿Qué tantos medios virtuales tuviste que haber agotado para recurrir a un papel y un print de pantalla en este milenio? ¿Por cuántos canales te tiene que haber bloqueado esta persona para que el único contacto sobreviviente sea en la superficie de un poste de luz? Y; si no tenés su whatsapp, su facebook, su mail, la casilla postal de su abuela, su fotolog, su icq, su messenger; ¿No será una clara señal de "Abort Mission"?
 Ahora bien, sos la típica amiga psycho que lo quiere contactar igual (todos los grupos necesitan esa amiga), te apoyo. Cualquier ecuación puede ser resuelta con tres datos, no importan las incógnitas (Campeón de las olimpíadas matemáticas, no opines).
 Tres datos y conseguimos lo que quieras. Su veraz, el nombre de su mascota, su tipo de sangre y qué comió al mediodía. Su mail, su celular, su CUIL. ¿Hacía falta gastar plasticola? ¿Era necesaria la contaminación visual?
 Se me ocurre lo siguiente: No tenías tres datos. Y, si no tenías tres datos, tal vez era porque este hombre...no quería ser cortejado por vos. 
 He aquí otro gran problema del amor en la sobredosis de la tecnología. No te dan ni tres datos, y ya inventaste una historia digna de un libro de Nicholas Sparks. Suena música en tu cabeza, tus ideas se mezclan sin ninguna necesidad de alcohol y volcás todos tus dotes artísticos a un panfleto hecho en Paint. 
 Querida amiga: Yo no sé qué le dijiste a este hombre, pero no existe la vuelta atrás del bloqueo. Es como la Fatality del 2016, es el fin del juego virtual. Pero te propongo que no sufras. 
 Tu próximo amor te va a dar, mínimamente, su número fijo antes de que pase un mes. Definitivamente no te va a bloquear y te va a decir su apellido o el nombre de su perro. No va a haber ecuación porque, si algo aprendimos después de tanto research, es que si el hombre te quiere ver, te va a ver. 
 Espero de corazón que este acto de "amor público" sea resarcido, para evitarle muchas sesiones de terapia a nuestra amiga de los folletos. Pero lo que de verdad quiero es que aprendamos a identificar esos sentimientos que no nos hacen bien porque, cada vez que suben folletos, muere un árbol y un hombre más en el mundo usa capucha. 










Jaque al Rey...

            Hace tiempo empecé a experimentar una sensación. De esas que nacen del medio del esternón y te contraen como si fueras a echar...