sábado, 8 de agosto de 2015

Some things are better left unsaid...

 "Necesito que me convenzan de no mandar(le) un mensaje". 
 La vida se para y el teléfono congela el reloj, tu actividad y tus pensamientos; que circulaban sobre la decisión de qué almorzar, se camuflan y van directo a otra encrucijada. 
 ¿Cuántas veces hemos mandado este tipo de mensajes, directa o indirectamente? A veces no somos lo suficientemente valientes como para admitir la duda del deseo, y lo expresamos simplemente como una afirmación. "Voy a mandar(le) un mensaje", esperando del otro lado la campana más conciente que frene este empuje inentendible, esta sensación de que un solo "click" va a hacer más liviana la ansiedad que nos acompaña después de un encuentro, un recuerdo, un día de lluvia. 
 ¿Y entonces? Lluvia de ideas, lluvia de posiciones. La que vela por el amor de telenovela y que todavía cree que Mufasa sigue vivo en algún rincón de Disney: "Mandalo, si te hace sentir mejor". Acobijando la fantasía de que este mensaje podría retornar en algo diferente a la ignorancia o la muerte del deseo. La voz más conciente, pegada a la realidad, con los pies en la tierra y casi descorazonada; que te ordena desde su lucidez: "No lo mandes. Te va a hacer mal". Y la que encarna a tu terapeuta en su receso semanal y te invita a esa reflexión (que claramente querías evitar mandando este mensaje): "¿Por qué?", "¿Qué vas a decir?", "¿Qué esperás de esta situación?". 
 Si elegiste bien a tu círculo íntimo, vas a tener todas estas respuestas en sus distintas variedades y colores. Vas a leer sus posiciones, vas a asentir con cada una de sus posturas y vas a seguir sientiéndote como el orto. ¿Al final? Vas a hacer lo que se te cante, como siempre. 
 No puedo juzgar, mi historial me condena. Dudo que cualquier mujer pueda juzgar, porque si no se identificaron con esta situación, probablemente no hayan ingresado aún al género. 
 Cuando miro estas novelas ajenas, o las vivo desde mi propia diaria, no hago más que preguntarme. Sí, mea culpa, soy esa voz de la conciencia que te va a preguntar "¿Por qué?". ¿Por qué ante el silencio de radio ajeno necesitamos insertar ruido? ¿Por qué ahora? ¿Por qué a él? ¿Qué le dirías? Y, lo más importante, ¿qué fantasía te creaste sobre la repercusión de este mensaje? ¿Qué pasa si esa fantasía, no se cumple?
 A veces, antes de aconsejar, trato de ir más profundo, porque no quiero proyectar mis errores. Mi psicoanalista me dijo una vez que tiendo a callar mucho, por controlar aún más. Y yo le dije que, algunas cosas, es mejor dejarlas no dichas. 
 "Necesito que me convenzan de no mandar(le) un mensaje". 
 Y después de las preguntas, después de la cruel confesión de que en el silencio de radio se puede leer la intención de los demás, voy a aconsejarte que lo mandes. Pero antes, voy a ayudarte a hacer un recorrido por la historia. Por el día en el que le planchaste las camisas y no lo hiciste dormir en el sillón, el año que no te saludó en tu cumpleaños, la semana que lloraste en el piso de tu living, el mes que gastaste 3000$ en Cerini, el año que no te fuiste de vacaciones porque había que ahorrar, la fiesta que te dejó sola en el boliche, el finde que te hizo llorar a 500 Km. de distancia, cuando te cortó el teléfono en otro país o te dejó en el auto cuando lo acercabas a su casa. La foto que te mostraron donde estaba con otra persona usando el sweater que vos le regalaste, los mensajes que no te contestó, los mails que te mandó cuando se enteró que todo estaba mejor. Los regalos pedorros de cumple que aceptaste como una campeona poniendo buena cara, cuando aprendiste a "cocinar", los partidos de Boca que viste para entender de qué mierda hablaba. Esa vez que te adornó con elogios e insistió que se iba a arrepentir de no ser la persona para vos.  
 Y entonces, voy a aconsejarnos a todas mandar(le) ese mensaje al muerto vivo del pasado que nos cruzamos en alguna calle de Buenos Aires. Pero, ya que vamos a tirar un monólogo en la línea de tiempo averiada de una historia cerrada, no guardemos nada. 
 Porque últimamente noto que las mujeres tenemos esta tendencia pseudo destructiva, pseudo Laura Ingalls o Ned Flanders, de hacernos las copadas con el pasado. Mandamos mensajes con buenos augurios o reflexiones benévolas de una evaluación de Historia que claramente reprobamos. Y después puteamos cuando recibimos respuestas vacías de contenido armadas sobre clisés políticamente correctos como "Gracias. Beso."
 No mandemos un "Qué lindo verte", un emoticon de un mono sonriente o un mensaje vacío. POR FAVOR no mandemos un audio de "Hola, ¿cómo estás?" o un "Mirá lo que encontré" con una imagen adjunta polvorienta de algún verano compartido. (La dignidad ante todo). 
 "Necesito que me convenzan de no mandar(le) un mensaje".  
 No lo mandes. No querés mandar(le) un mensaje, querés recibir una respuesta, querés controlar al otro y poder cambiar la historia que llevó al silencio de radio. 
 Hay muchas razones por las cuales algunas cosas, mejor dejarlas no dichas. Cuando ya las dijimos, cuando no sabemos decirlas y cuando el otro no sabe/puede escucharlas. No hace falta que nos digamos que es lindo vernos, que seguimos con nuestra vida, que no nos necesitamos y vamos a estar bien. Algunas cosas, mejor dejarlas no dichas. Gasten en Cerini, le hace mejor al corazón que el silencio de radio. 


Jaque al Rey...

            Hace tiempo empecé a experimentar una sensación. De esas que nacen del medio del esternón y te contraen como si fueras a echar...