miércoles, 9 de septiembre de 2015

Now we are bound to be a Heartbreak Situation...

 Últimamente me estuve preguntando por esas situaciones que voy a llamar "Heartbreak Situations". Esas historias a medias, historias incipientes donde solo uno de los lados del campo de batalla tiene armas. Esos escenarios donde en la cabeza de una de las partes corre una película de Woody Allen y en la otra se pasea suavemente un cardo en el desierto. 
 Son esos momentos en los que alguno de los personajes calcula los minutos para mandar mensajes sin parecer un acechador serial, un intenso o un enamorado. Mientras el otro está pensando en el vestido estampado que vio en Av. Santa Fe, en lo que quiere para su cumpleaños o en si hacerse el baño de crema en el pelo hoy o mañana. 
 ¿Es necesario permitir que las expectativas del otro crezcan en un mar de intercambios poco claro? ¿No somos crueles cuando no explicitamos el contrato que estamos dispuestos a cumplir? 
 "Está enamorado. Pobrecito", "Está enamorada, qué boba". Nos parece divertido, pero sabemos que no va a llegar al verano. Le parecemos lindas, pero sabe que tenemos fecha de vencimiento. Lo encontramos simpático, pero una vez por semana es más que suficiente. Le parecemos divinas, cuando se acuerda.  
 Y mientras uno se lima las uñas y piensa qué cenar, el otro desmargarita el corazón y lee en entre líneas. ¿No estuvimos todos ahí? ¿Cuántas veces se acercaron a alguien para acercarse a alguien más? ¿Cuántas veces salieron con alguien porque se les canceló otro plan? ¿Cuántas veces terminaron una cita mintiendo sobre lo bien que la pasaron y no contestaron más mensajes? ¿Cuántas veces escucharon un "te llamo"? y ¿Cuántas veces mintieron un "Te llamo"? ¿Cuántas veces nos prestamos a una "Heartbreak Situation"?
 De cada cinco historias, aproximadamente tres están destinadas a colapsar en las expectativas de alguna de sus partes. Y no es culpa solo del ilusionado, es también culpa del desenamorado que tiene su libido en el vestido estampado y su cumpleaños. ¿Por qué? Porque las (pseudo) relaciones implican un contrato (psicológico) que escondemos impunemente.
 Él quiere algo, ella quiere otra cosa. Él quiere enamorarse, ella sabe que no va a pasar. Pero él la invita a salir, y ella acepta. Y en un contrato que no llega a explicitarse, de expectativas diferentes, nace esta "Heartbreak Situation". 
 Él quiere ir a todos los terceros tiempos, correr todas las carreras, tener todos los viernes con sus amigos, dedicarse a su carrera, invertir en sus autos, viajar solo. Ella quiere un jardín, un perro y un viaje a Paris, construir su carrera, no rendir cuentas, ocupar toda la cama y lavar un solo plato. Y en un contrato que nadie firma, de expectativas diferentes, nace una situación que está destinada a romper el corazón de alguno. 
 Aprendemos a vivir en situaciones contractuales precarias, justificando la falta de claridad de las partes con nuestra incapacidad de leer expectativas que nunca llegan a ponerse en palabras. Porque, de cada cinco contratos, tres no están firmados. 
 Y cuando nos conocemos, ya lo sabemos. Yo sé que no me voy a enamorar de tu obsesión por el auto, vos sabés que no te vas a enamorar de mi TOC de ordenar los Sugus por color y prioridad. Yo sé que no me voy a encantar con tu necesidad de silbar cuando hay demasiado silencio, vos sabés que no te encanta que cante en la ducha. Yo sé que no hay chance de que acepte el uso de jogging un día que no sea domingo, vos sabés que no  vas a tolerar que me cambie dos veces por día. Yo sé que no voy a entender cómo un comic entra en una categoría literaria, vos sabés que no vas a entender cómo de cada tres libros que empiezo, solo llego al final de uno. 
 El problema es cuando esta información, solo la tiene una de las partes. Él sabe que nunca va a entender cómo alguien tiene 38 collares, y vos te enamorás de sus joggings. Vos sabés que no hay chances de que te enamores de alguien que le puso nombre a su auto, él ama cómo catalogas tus Sugus. Porque la información es poder y, la falta de información, precariza los contratos relacionales. 
 Y así entramos a la vitrina de Heartbreak Situations, de crónicas anunciadas por una voz interior que sabe que algo no va a funcionar. Y nos atamos a esta situación que vivimos evitando, donde te rompo el corazón, antes de que rompas el mío. 






miércoles, 2 de septiembre de 2015

In your wildest dreams...

 Faltan casi veintiocho días para mis treinta años. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que el día que cumplí mis 15 años nació un bebé en algún lugar del mundo, que ya está preparando su fiesta de quinceañera. ¿Qué agradezco? Que mi papá haya vetado mi fiesta y me haya ahorrado fotos con un vestido del que podría arrepentirme hoy. 
 Y me pregunto, ¿qué pasó en todo este tiempo? Gente, viajes, aproximadamente 90 cortes de pelo, 10 perros, 2 tortugas, 1 gerbo, 4 visitas a Disney, 2 blogs, 15 cartas románticas, más de 100 exámenes, por lo menos 30 resfriados y algunas cicatrices. Outlook, ICQ, MSN, Blackberry Chat, Whatsapp. Algunos aumentos de graduación en mis anteojos, 9 casamientos, 4 trabajos, 1 carrera universitaria, 1 posgrado y, al menos, 6 deportes abandonados. 
 En treinta años me enamoré ocho veces (Sí, me tomé el trabajo de contarlas). Y, me "enamoré" (En el subte mayormente) por lo menos cien veces más que eso. 
 Alguien me dijo hace poco, que pensaba que yo era una de esas personas "enamoradas del amor". Y me gustó. Me gustó porque contrasta con el lado más cínico que otros leen de mi. Me gustó porque, en algún punto, es real. 
 Entonces me puse a pensar. ¿Qué es estar "enamorado del amor"? La respuesta que encontré es que es la única esperanza del amor. No es creer en los cuentos de hadas que implican la existencia de una historia única para cada ser vivo. No es amar la idea de que el destino preparó un encuentro único para cada persona. Definitivamente no es creer en el "vivieron felices para siempre" o en un tsunami de mariposas que se extiende por el fin de los tiempos. 
 Estar enamorado del amor, es la posibilidad de creer en el dinamismo de este sentimiento que nos une a otra persona. Es creer que cuando un blazer cumple su ciclo y se llena de pelotitas (Analogía válida solo para mujeres), existe la posibilidad de encontrar otro y sentirse diferente. Que la play no deja de funcionar si se rompe el joystick (Analogía válida solo para hombres) o que podemos volver a correr con zapatillas nuevas. 
 "Vos estás enamorada del amor", no significa que no estás enamorada de alguien. Significa que podés enamorarte eternamente. Que tu cuerpo no deja de servir, si un blazer no funcionó. Significa que podés construir historias diferentes, en distintos momentos de tu vida. 
 Y me hizo pensar en todas estas historias. Historias de "blazers" que admiré y de los que me enamoré por mucho o poco tiempo. Pero sobre todo me hizo pensar en esas historias que no pudieron ser. 
 Porque cuando quiero pensar en el amor, mi mente no me lleva a los cuentos que se acabaron. Me lleva a una de esas historias que no fueron. Y no entendía por qué, hasta hoy. ¿Es parte de la sabiduría de los 30? ¿Cuando llega el super poder de levantarse automáticamente a las 8 AM, dominar el sudoku y convertirme en deportista?
 Mi mente vuelve a esta historia de amor que no fue, porque es un relato que por siempre mantiene algo de actualidad. Es como ese tapado de Jazmin Chebar que viste en 2011 y no compraste. Porque no era el momento, porque manejaban "números" diferentes, porque alguien más lo estaba usando, porque vos usabas otro tapado. Pero compartieron algo. Idílico, fantaseado, de contemplación a los pies de su vidriera; de deseo. Y no es como el tapado que sí compraste, porque tu deseo no se esfumó adentro de una canasta de beneficencia, una pérdida no premeditada o un error de tintorería. 
 Las historias que no fueron, son historias perfectas. Suelen ser historias prohibidas, desubicadas en tiempo y lugar; pero deseadas. Y no es que por siempre nuestro deseo invista a estas figuras, pero sí las recuerda con pasión. Y es esta pasión la que nos enamora del amor. 
 A veces creo, que si esta historia particular hubiese sido posible, si hubiésemos cambiado de tapado, si hubiésemos corrido un riesgo o nos hubiésemos olvidado de los "números"; tal vez sería simplemente una historia más entre las ocho. Si hubiésemos dicho que sí, ¿habríamos elegido desenamorarnos del amor?
 Son sueños salvajes, los que hacen a las historias de amor  en pausa perfectas. Y son restricciones las que nos enamoran del amor. Desde lejos, admiramos lo que del otro nos encandila. En retazos de una historia que no se convierte en historia, proyectamos lo que esperamos del amor en otro que lo prolonga eternamente en el tiempo. 
 Estar "enamorado del amor" es enamorarse de las sensaciones que el otro nos provocó. No poder tenerlo, mantiene vivo y entero al deseo. Prolongarlo, lo convierte en un recuerdo que cristalizamos en la idea del "amor". Es como solo recordar el momento en el que la montaña rusa cae o el suspiro profundo de cuando ves el tapado por primera vez en la vidriera. 
 Y cuando me olvido de cómo es el amor, es una de estas historias la que recuerdo. Porque nos recordamos así. Yo; con mis vestidos de verano y rubor en crema, con mi uniforme del colegio o mi cartera llena de apuntes de la facultad, encontrando excusas para pasar con el auto por su vidriera. Él; tratando de convencerme de que necesitaba menos cosas en la vida, con su pelo perfecto y sus años de facultad dejados muy atrás, encontrando excusas para que pase por su vidriera. Yo; enamorada de la idea de que menos era más. Él; pensando que más, era imposible. Y nos siguen los recuerdos, yo con más años, que siguen sin sumar para él. Nos quedan los sueños salvajes, que nos enamoran del amor. Yo lo recuerdo perfecto, con la misma sensación que a los 16, a los 20 y a los 25. Él me recuerda en mis distintas versiones, desde mi pollera tableada, hasta mi rush rojo. 
 Y, como toda historia que no fue, nos volvemos a ver; aunque solo sea en nuestros sueños más salvajes. "Wildest dreams".

Jaque al Rey...

            Hace tiempo empecé a experimentar una sensación. De esas que nacen del medio del esternón y te contraen como si fueras a echar...