domingo, 10 de noviembre de 2013

Casually cruel, in the name of being honest.

 A veces pensamos que las historia no funcionan por falta de honestidad con lo que uno y el otro quieren. Y así culpamos a falsas promesas o gestos inadecuados de que algo caiga.
 La realidad es que muchas veces no sabemos leer lo que le pasa al otro. Y tantas otras cuando es claro y nos lo dice, directamente no queremos procesarlo. 
 Pero los momentos en los que los otros saben a dónde van, son los menos. Porque, seamos honestos, empiezo a creer que casi nadie sabe realmente lo que quiere.
 Tal vez el mundo haya caído bajo el manto gris del síndrome de "gata flora". O tal vez sea que uno no puede anticiparse a todas las situaciones, y a veces simplemente hay que transitarlas para elegir a dónde ir.
 Y entonces empiezo a preguntarme si "He is not that into you" fue realmente una lección de vida para nuestro género, o simplemente un distractor que logró rozar todos los clisés que nos caracterizan.
 Me pregunto también por qué hay tantos protocolos a seguir en el mundo de la soltería. Creo que los inventamos nosotras mismas, porque los hombres a los que les pregunto no parecen tenerlos claros. Entonces armamos combos sobre tiempos para esperar cada paso o reacción del otro.
 Me cuestiono también si tenemos que seguir al pie de la letra cada consejo de esta película que en pocos años ya entró en el ranking de mentoras de vida. ¿No será que tenemos que tomar control de los momentos?
 ¿Qué te dijo? ¿Qué hizo? ¿Qué no hizo? Y de repente hay que andar tomando nota por la vida, o reconstruyendo a ojo momentos. Si es "A", esperá tres días, si es "B" no esperes y si es "C" olvidate. "No hagas nada", "Hace todo", "Tomá helado".
 ¿No sienten a veces que la vida se ahoga en consejos? Terminan siendo puntos de vista, donde perdemos el nuestro. Porque al final del día, pienso que no hay protocolos. Si los hubiera, todos los hombres me darían la misma visión...y no es algo que suele pasar.
 Siento que si acortáramos los protocolos, nos ahorraríamos pérdidas de tiempo. Aún cuando en el nombre de ser honestos, termináramos siendo crueles.



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