domingo, 17 de noviembre de 2013

In my skin-tight jeans

 Ayer tuve un momento muy Serendipity...porque "pueblo chico, infierno grande". Y mientras me recordé a mi misma que el destino no existe, y que solo hay casualidades; lo dejé pasar. Y, como el universo es sabio, obviamente a la tarde TNT pasó la película.
 ¿Cuáles son las probabilidades de que escribas tu teléfono en un libro y el otro lo encuentre unos meses después en una tienda de libros usados? ¿Cuántas chances hay de que un billete de 5 pesos vuelva a vos con el número de un desconocido?
 Creo que es poco inteligente pensar así. Como cuando en la primaria girábamos la chapita de las latitas de Coca Light cantando el abecedario, y si te tocaba la primer letra del nombre del chico que te gustaba; entonces se te iba a dar.
 Aunque las estadísticas no son mi fuerte, estimo que las probabilidades de un Serendipity moment, son poquísimas. ¿Entonces? Los dejo pasar.
 Pero empiezo a pensar en los momentos que no dejo pasar. Y, aunque no soy la típica psicóloga con complejo de Freud wannabe, no puedo evitar analizarlos.
 No puedo evitar avanzar por la vida con la idea de que cuando algo te gusta, hay que conseguirlo. Y encontrarme con estrategas, me desconcierta un poco. Porque entonces es inevitable una colisión de maniobras, avances y retrocesos.
 Empiezo a entender el éxito de las histéricas. Las apariciones inaccesibles no hacen más que captar el capricho ajeno. 
 Pensé que las dinámicas contemporáneas eran un poco más casuales. Pensé que se trataba de transacciones simples donde A quiere algo, B lo mismo y simplemente se concreta el negocio y se ve dónde lleva.
 Aparentemente no es así. Y dudo sobre si se trata de un juego histérico que no lleva a nada, o es simplemente una forma interesante de conseguir algo que uno puede querer.
 En conclusión no logré analizar nada. Simplemente llegué a un lugar donde me desconcertaron. Y ¿entonces? Compré un jean...
 Porque aún cuando los hombres piensen que pueden sacarnos ese papel histérico en los approaches, hay vértices del juego que siguen en nuestra cancha.
 Y es justo, ¿o no? Digo, porque sino el karma haría que nosotras controláramos las Plays y tendrían que escucharnos cuando opinamos de fútbol. Pero eso no pasa.
 En teoría la respuesta es simple siempre que no medie la tecnología; jeans, minis y remeras. 
 Aunque, en teoría también, Elvis sigue vivo y el flúo está in. Así que no se ilusionen.
 Sea como sea, "I´ma get your heart racing in my skin tight jeans" es la maniobra más eficaz a la que pude llegar con el resto de cerebro que quedó activo después de mi Serendipity moment y una alta exposición al sol del mediodía.
 Y si no funciona, al menos van a tener brand new super skin-tight jeans en sus placards.



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