domingo, 12 de enero de 2014

Even angels have their wicked schemes.

 A veces me pregunto por qué la mente puede funcionar retorcidamente en momentos de la vida. ¿Por qué nos apaga el que nos ve en el vestido blanco? ¿ Por qué nos atrae el que nos ve como un par de shorts?
 Y pienso que tal vez lo que encapricha son los falsos desafíos, o por ahí lo que nos asusta es la verdadera demanda del otro.  Porque donde no hay expectativas, no puede haber desilusiones para ninguna de las partes. 
 Y me pregunto si estos wicked ways son momentáneos o una forma de vivir con las opciones abiertas para siempre. 
 Cuando tenía 7 años mi abuelo me prohibió entrar a su habitación. Aparentemente tenía escondida una caja con un secreto. Pasé un año entrando y revisando su placard cuando él dormía la siesta en el living de la planta baja. 
 Supongo que las prohibiciones pueden disparar el deseo. Y entonces eso que no va a funcionar, o no es para uno se convierte en un capricho que se confunde con una misión y una falsa ilusión de que lo que no nació para uno, es todo lo que nos hace falta.
 Pero en el fondo sabemos que esas expectativas nunca van a funcionar. Porque digo, si medís 1.50 mts, claramente las polleras largas no son para vos; si tenés los brazos gordos, la manga de camionero es tu peor enemiga y el azul marino y el marrón no son colores complementarios. Así y todo el mundo está lleno de gente que no acepta estas limitaciones.
 Y sigo preguntándome por qué en el anhelo de conquistar al sujeto, nos dejamos convertir en objeto. Pero más que esto, me pregunto por qué nos asusta enfrentar al que sabe lo que quiere y nos busca como sujeto.
 Tal vez es porque es más fácil capturarse en una "no historia". Es natural moverse en un escenario donde no hay nada que perder.
 Vivir taxativamente es difícil. Sobre todo porque empiezo a revisar algunas de mis teorías. Creo que las chick flicks apestan. Apestan porque no somos Susanita. Porque nadie siente mariposas cuando ve por primera vez a alguien.
 Entonces me cuestiono cómo elegimos a quién darle una oportunidad de generar endorfinas a futuro, si las mariposas gatillo son una mentira.
 Mi conclusión es que mientras más vacas veo, más lloro. Supongo que por eso  busco toros. Porque sé que vienen con trucos, y nada me puede sorprender. Los toros solamente quieren shorts y chit chat, no tenés que saber qué querés el mes que viene y sobre todo no tenés que irte a dormir pensando en ellos.  
 Y es que pienso que los toros son más honestos que las vacas. No venden falsas promesas, oasis o arco-iris. Las vacas en cambio, vienen en envase angelical con trucos retorcidos. 
 Las vacas son una especie de Michael Bublé, o Abel Pintos: promesas y corazones. Los toros son una especie de Eminem: honestidad bruta y sex appeal. 
 Creo que los expertos en genética tendrían que buscar el híbrido entre estos dos especímenes. Algo así como la mula del mundo "vaquense". 
 Pero, hasta entonces; just gonna stand there and watch me burn...that´s alright because I like the way it hurts.

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