domingo, 14 de septiembre de 2014

Yo soy tu mal.

 ¿Cómo elegimos no esperar algo? "Por las dudas no esperes nada", "No te ilusiones", "MENTALIZATE". 
 Termino mi chocolate con maní de la tarde, miro con ojos en blanco el grupo de whatsapp en mi celular que regurgita consejos ideales y pienso en las frases de mis amigas.  Al mismo tiempo me pregunto cómo llegué a estos domingos de short y cacao, cómo llegó chocolate a la pared blanca y si me peiné hoy. Y me recuerdo a mi misma que, los domingos, vale todo (menos joggings). 
 Les pregunto a mis amigas desde cuándo creemos que controlamos lo que pensamos, lo que sentimos o lo que esperamos: "No nos mintamos MÁS...me mentalizo, pero no dominamos esa jungla de deseos que se esconde en algún lugar bajo litros de productos Elvive y Kerastase". 
 "No es mentirse, es asumir que no va a pasar y no dejar dudas para después no sufrir...ANULAR LA ESPERANZA". Y, aunque valoro los consejos de mis compañeras de género, e incluso las considero super sabias; en esta ocasión debemos agree to disagree. Porque convencerme de que no estoy añorando lo que estoy esperando, es intelectualizar. Y, aún cuando piense que vencí la esperanza y no estoy esperando lo que estoy reproduciendo en mi mente incesantemente; va a llegar el momento inevitable en el que la realidad me confronte con eso que aparentemente no tengo que pensar.
 ¿Anulamos la esperanza? No, negamos el deseo. Yo no puedo anular; mi mente se prepara constantemente para situaciones que pueden, o no, resultar de la manera que imagino. ¿Está bien? No, porque las situaciones no siempre se desarrollan como las deseamos. Y supongo que es eso lo que mis amigas quieren evitar, la desilusión de no poder poner en práctica los tantos escenarios que vamos ideando en nuestras cabezas. 
 Pero ¿ a quién engañamos? Yo no puedo elegir qué espero, de quién o cuándo. Con suerte puedo elegir lo que quiero para mi cumpleaños y, últimamente, ni siquiera eso. ¿Cómo elegimos no esperar algo? ¿Por qué hay que dejar de esperar? ¿Para no sufrir? Es irónico, considerando que el sufrimiento es un sentimiento inevitable para la raza humana. Sufrimos cuando se muere el hamster, cuando pierde Boca y cuando se rompe un collar; cuando el que querés no te quiere, te caes de la bici o te hacés un tatuaje. Desde la óptica de la desilusión, no tendríamos que aferrarnos a nada. Y sin embargo, henos aquí, aferrados a todo. 
 Nos convencemos, no elegimos. Nos convencemos, no elegimos qué pensar. Nos obligamos a focalizar la mente en algo más, creyendo que disponemos libremente de la energía que embebe nuestro pensamiento. Pero no mandamos, no somos gobernantes de nuestra mente en todo su territorio. Basta con pensar en los sueños, para saber que hay cosas que nos son propias y ajenas a la vez. 
 No mandamos en nuestra propia mente. Y así es que, cuando pierdo mi eje por unos minutos y algo me vuelve a traer a mi, me doy cuenta que estoy vagando por donde no tengo que pisar. Es como cuando en el boliche se te acerca un potro y para cuando le quisiste decir que "no", ya van bailando su tercer canción. Hay cosas que no podemos controlar. 
 No podemos controlar ciertas cosas y, aún así, en nuestro espíritu de grupo de autoayuda nos queremos autoconvencer de que tenemos el control. Creemos que tenemos el "poder de Grayskull". Pero chicas, si tuviéramos el poder de He-Man, si realmente tuviéramos EL PODER de la situación, yo no estaría escribiendo este blog, ustedes no estarían leyéndolo y no habría largas charlas a la luz de docenas de medialunas de manteca. No habría notas de voz en llanto, diarios íntimos, compras compulsivas o tarjetas de crédito, no existirían rondas de tequila, no habría que ir a terapia y seríamos felices con una sola cartera. 
 No tenemos el poder. No tenemos el poder de Grasyskull, del horóscopo, del subte o de la moda, No tenemos el poder de controlar cuánto chocolate o bizcocitos de grasa comemos, MUCHO MENOS tenemos el control sobre lo que pensamos o esperamos. Y no sé si nos controla alguna instancia psíquica como el inconciente, Voldemort o Luke Skywalker; no sé si nos controla la televisión o nuestra vida está configurada a lo Truman Show, si nos lavaron el cerebro los pequeños ponnies o Disney arruinó nuestra única chance de vidas emocionalmente sanas. Lo único que sé es que hay pensamientos y esperanzas que no manejamos, y eso nos convierte en seres vulnerables. Y hay alguna instancia psíquica en mi cabeza que, cuando intento no pensar en lo que mis amigas piensan que no tendría que pensar, se ríe y me da la razón...porque sabe que manda y tararea muy suave, "Ahora mando yo, y yo soy tu mal". 
 No es mi mal porque tenga que pensar, es mi mal porque no podemos anular la esperanza. Y es la esperanza la que manda por sobre la razón. Es mi mal porque sé que lo que pienso no va a pasar, pero ese día no voy a poder evitar esperarlo...Y ese es mi mal. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Jaque al Rey...

            Hace tiempo empecé a experimentar una sensación. De esas que nacen del medio del esternón y te contraen como si fueras a echar...