domingo, 15 de septiembre de 2013

Age ain´t nothing, but a number in my mind.

 Se acercan. Este martes empieza la temporada de los 28 en mi “gang”. Y, aunque nunca me sentí más joven, hay una voz interior que titila al ritmo de: “Los 30 se acercan”.
 Me pregunto cómo  funciona. La vida digo, ¿no? Porque lo más seguro es que algún día alguien se levantó e inventó este mito de que para los 30 uno tiene que haber logrado miles de cosas.
 La realidad es que ese mandato debe haber nacido hace mileños, cuando la gente vivía 40 años y moría de infección cuando un zapato nuevo le lastimaba el tobillo izquierdo. Pero vivimos en el 2013.
 En el 2013 terminás la facu a los 24, y no sabés para dónde ir. Los “veintis” sirven para mudarse solo, viajar, salir, divertirse, conocerse, llorar, resurgir. Los 30 te tocan el hombro antes de que siquiera hayas analizado un proyecto de vida que no incluya Disney y un tequila.
 ¿Entonces? No me preocupo. No me preocupo porque faltan dos años. No me preocupo porque, para mí, los 30 son los nuevos “veinte”. No me preocupo porque, como Taylor Swift, I´m feeling 22. No me preocupo porque no tener un plan, es mejor que tener uno estereotipado y vacío.
 Y hay cosas que siempre nos hacen sentir jóvenes: Los Backstreet boys, Volver al futuro, el esmalte color verde agua, el pico dulce, el pelo largo, la ropa con movimiento,el icq, el enamoramiento y el verano.
 Creo que hoy descubrí que hay una lista que no necesito. No necesito una lista sobre lo que quiero lograr antes de los 30, los 40 o los 50. Porque descubrí que los planes caen, que siempre hay desvíos B en el camino.
 La lista que sí empiezo es la de los regalos que quiero para este 2 y este 8 que se acercan a la velocidad de la luz. Amigos, campari, viaje y ropa. Bueno, y por ahí una sorpresa.
 Hoy me llegó un mensaje y me enteré que esas calzas de las que me enamoré, no son las únicas. Porque Wanama también tiene mi sueño en lentejuelas. Supongo que siempre se abren nuevas puertas.

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