lunes, 20 de julio de 2015

So you think that you're the one who's up in score...

 "Los viernes son ese día donde el marcador vuelve a cero, y los lunes son el día donde se cuentan los puntos". No dejo de regalarle frases neuróticas a mi psicóloga, dándole gratis material en demasía para su próximo best seller.  
 Pero estuve pensando, en este concepto que me gusta llamar "El marcador". ¿Qué es? Es uno de los tantos inventos de la mente femenina. Otro entre tantos; como la sobredimensión de la celulitis o la existencia del frizz, la culpa al comer una galletita o las velas aromáticas.
 El marcador se erige sobre un complejo sistema de reglas de nuestro género. Si usas escote, no usas nada corto abajo; si usas vincha, no te ponés collar y la que canta "pri", compra los derechos. Esmalte negro y rojo son neutros, y el dorado va con todo. Para leer el mensaje hay que esperar cinco minutos y, si tenés la fortaleza suficiente para clavar el visto y no contestar por una hora, merecés el Premio Nobel de la soltería. Nunca digas que sí en seguida, porque el misterio es la clave del encantamiento y tampoco digas siempre que no, porque la negativa crónica es la receta del freezer. 
 No uses pollera la primera vez que salís, sacá siempre la billetera y el pelo va suelto. Reíte de algún chiste, proponé alguna salida y nunca hables de un ex. Tu perro no es tu hijo y no confieses que no sabés estacionar. Si hay una araña, dejá que la espante él y nunca critiques a Boca.
 Reglas que pensamos nos ponen a la cabeza del juego, como si fuera posible garantizar el éxito. Reglas simples que, cual paradoja, complican las situaciones. Porque, mientras nos soltamos el pelo, elegimos el estampado, colocamos el esmalte, dejamos la billetera a mano y practicamos la risa sutil que se aleje del ruido de chancho; no hacemos más que pararnos sobre "el marcador". 
 Para los deportistas, "el marcador", es como la analogía de quién tiene la pelota en la cancha, cuántos goles hizo cada uno, quién defiende y quién ataca. Cada uno dueño de un arco, persiguiendo un tanto.
 "Él me mandó un mensaje", "Yo corté la conversación", "Él no respondió", "Yo le dije que estaba libre", "Él mencionó un bar", "No pasaron tres días", "Me clavó el visto", "No abrí su mensaje", "No entiendo qué dijo", "No sé qué contestar", "No entiendo qué le quise decir", "...". 
 Leemos tildes de Whatsapp, leemos entre líneas lo que nos decimos (como si siempre quisiéramos decir más de lo que expresamos), ponemos palabras en la mente ajena y la llenamos de intenciones. 
 Leemos tildes de Whatsapp porque vivimos paradas sobre un marcador, donde siempre queremos que le toque al otro anotar.  
 Porque para la mente femenina, este mundo exótico, es como un tablero de ajedrez. Donde cada uno tiene sus piezas, sus movidas y su reina que proteger. Nos cuesta ver las movidas como inversiones donde el orgullo queda de lado, sufrimos cada pieza perdida en el marcador como si desgarraran las vestiduras de nuestro orgullo. 
 No nos culpo a nosotras. Culpo a nuestra neurosis de grupo que nos hace (mal) aconsejarnos mutuamente. Culpo al imaginario social que nos pone en este lugar donde tenemos que jugar la carta de la "copada" o "desinteresada", porque en la mínima pizca de interés nos catalogan de enamoradas. 
 Culpo al sistema de reglas truchas que fuimos heredando de siglos de mujeres que nada aprendieron sobre las relaciones. Culpo a Whatsapp y sus tildes psicóticas, sus horarios de conexión y registros de chat. 
 "El marcador", solo hace que nos quedemos inmóviles protegiendo nuestro arco; sin correr la cancha y marcar goles. Y empiezo a preguntarme si no es hora de desgarrar las vestiduras de este orgullo que nos hace sufrir cada tanto que erramos. Porque las mujeres nos martirizamos cuando queremos ir por algo que realmente nos gusta, pero no podemos simetrizarnos con este otro género que "copadamente" siempre lo hace. 
 ¿Será porque ven más fútbol? ¿Estaremos fallando porque nuestra mente no fue diseñada para entender el concepto de off side? 
 Es fácil, simplemente hay que tomar el control y soportar alguna que otra tarjeta amarilla. Es más práctico que vivir paradas en un arco. Avanzar y soportar perder algunas piezas, es más productivo que quedarse a proteger la reina y empatar el  juego. 
 Nos subimos a este sistema de reglas, que cual señales de tránsito nos mantienen "a salvo", pensando que estamos a la cabeza en "El marcador". Jugamos mal, jugamos a empatar el Ta Te Ti. Pero el marcador no lo gana el que se retira primero, sino el que intenta avanzar. 






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Jaque al Rey...

            Hace tiempo empecé a experimentar una sensación. De esas que nacen del medio del esternón y te contraen como si fueras a echar...