viernes, 24 de julio de 2015

You change your mind, like a girl changes clothes...

 "Me salió la minita de adentro".
 Me sorprendo a mi misma cuando mis amigas sostienen estas confesiones. "Sos minita", ¿Qué tendría que haberte salido? ¿Un león? ¿Heidegger? ¿Una canción de Babasonicos? ¿Kung Fu Panda?
 Aparentemente la aparición "minita" es la retirada poco elegante, donde nos salimos de escena con un comentario que maquilla una especie de reproche. Esconde la impronta de "No me importa, pero me re importó", "Hacé lo que quieras, pero esto no estaría siendo lo que yo quiero que quieras". Es ese pseudo fallido donde lo que queríamos decir nos sale para el orto. Pero sale. 
 Y esta estrategia fallada no la usamos solamente cuando queremos algo con todo nuestro corazón. Significando por "(lo que queremos) con todo nuestro corazón", algún capricho o deseo que nos ocupó ese día. También se nos suele escapar cuando queremos que el otro se percate de lo que nos cuesta decir directamente. ¿Qué esconde? Falta de terapia, histeria y un poquito de frustración. 
 ¿Entonces? Hay que diferenciar el ser "mina" o mujer, de los "momentos minita". Y creo que a eso apuntaba esta confesión. Porque, por más maduras y pensantes que seamos, todas tuvimos uno de esos "momentos". 
 Desde "Hacé lo que quieras", "Te lo paso por mail, CERO drama", "Ya tenía planes igual ( No mientas, tus planes son Mac Donald´s en la cama -> todas lo sabemos), "Sin apuro, VAMOS VIENDO", hasta frases más condenatorias que atentan contra nuestro "no minismo". Frases donde todo lo que escondiste en esas otras afirmaciones copadas, hace erupción del volcán del "minismo". Y sos un poquito más cruda, un poco menos sutil y algo más aminada. "La dejamos acá, olvidate", "No entiendo para qué me escribís", "Adiós para siempre, comprate una bufanda como la gente".
 ¿Dónde está el problema? ¿En un otro que también roza la histeria? Pero, ¿y cuando el otro es sincero y cercano, pero lo que desata el caos es la incongruencia de deseos? 
 El problema está en la mediación que permita elaborar mensajes que el otro pueda decodificar. El problema está en cómo codificamos. Porque los hombres, no traen la lectora de "minita" en su hardware y no tienen la app en su software. 
 Y nos entiendo, nos super entiendo. Porque yo tengo el software, un poco viruseado algunos días, desinstalado otros. Pero me pregunto qué podemos hacer para solucionar estos desencuentros comunicacionales en las relaciones del día  a día. 
 Hay que aprender a codificar. Hay que buscar la herramienta que nos permita elaborar oraciones A) Ubicadas en tiempo y espacio, B) Con hilos lógicos, C) Más concretas, D) Claras, en la medida de lo posible.
 Hay que aprender a codificar adaptándose al interlocutor. Porque ahí donde no nos pueden leer, es ahí donde entramos en la zona "minita". "¿Qué le pasa a esta mina?", "¿Te enojaste?", "Te juro que estoy resfriado, te mando la foto del termómetro" y, la peor, "Dale. Beso" (No entendió NADA). 
 Codificamos mal chicas. Queremos helado y  decimos que queremos una manzana, queremos salir con él y perjuramos que ni locas aceptaríamos la invitación, queremos un tapado en nuestro cumple y nos quedamos mirando la vidriera de Jazmin con cara de anhelo (Como si se dieran cuenta. Piensan que estás viendo todo o tu reflejo en el vidrio). 
 Codificamos como nuestro peor enemigo. ¿Es tan difícil decir "Quiero helado"? ¿Es imposible decirle "No te quiero ver más"? ¿Es impensable aclararle "Para mi cumple andá a Jazmin Chebar"? 
 Pero eso no es todo. Decodificamos peor. Porque queremos pasar sus CD´s por la lectora "minita". "Me dijo que se queda en la casa, pero EN REALIDAD me frizó", "Quiere un juego de la play, pero yo sé que en realidad quiere las Nike para correr los domingos". QUIERE EL WINNING 2023, sacá el CD de esa lectora YA. 
 Codificamos mal, porque decodificamos para atrás. Es como dar vuelta la cinta de un cassette, como pasar un mensaje al jeringoso o querer ponerte un guante en el pie. Y en este tumulto inestable de mensajes que nosotras mismas generamos a partir de una lectura neurótica y segmentada; pensamos que su mente cambia tanto como nosotras de ropa. Gestamos amores bipolares sobre un andamio de (mala)codificación. Frío, caliente; sí, no; adentro, afuera; arriba, abajo; blanco, negro; peleamos, terminamos; besamos, reconciliamos. No nos queremos ir, y no nos queremos quedar. Todo esto en un día, en nuestra propia cabeza-computadora.   
 Ellos hablan castellano, nosotras los leemos en arameo. Los analizamos como si sus mensajes fueran pistas de un crucigrama, del que no están ni enterados. Pero eso solo...cuando estamos en "minita".




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Jaque al Rey...

            Hace tiempo empecé a experimentar una sensación. De esas que nacen del medio del esternón y te contraen como si fueras a echar...