miércoles, 7 de octubre de 2015

Me dice que te quiera...

 La leyenda cuenta que muchas cosas cambian a los 30. Uno tiene más estilo, más independencia, más sabiduría y las tarjetas de crédito dejan de ser extensiones, para estar bajo tu titularidad. Pero algunas (muchas) cosas no cambian. 
 Y hoy, mientras volvía del paraíso de la depilación definitiva, sin batería en mi Ipod y con una pollera poco resistente a la brisa que intenta llevarse las tormentas; descubrí una de esas cosas que no puedo superar: Escuchar charlas de subte. 
 ¿Situación? Amiga pidiéndole consejos al que, supongo yo, era su mejor amigo. ¿Descripción? Dos personas de unos 27 años. Él, un hombre con cara de haber besado pocas mujeres en su vida. Ella, una mujer con mucho frizz combinado perfectamente con su estilo monocromático que, a mi, poco me transmitía. 
 ¿Reacción? Una fantasía comprimida en microsegundos donde cambiando su campera por un blazer fucsia y haciéndole algunas ondas a su pelo, todos sus problemas podrían tener solución. 
 Volviendo a mi pude escuchar algunas de sus penas. Ella miraba el vacío. Su amigo le decía algo así como "Decile que querés hablar. Pero casual...y entonces le decís ¿Qué onda? ¿Qué somos? ¿Soy la persona que llamás cuando te acordás en el medio de la semana? (la mira) ¿Sos esa persona?". 
 Ella miraba el vacío asintiendo levemente con su cabeza que, obviamente, poco estaba tramitando. ¿Yo? Mordiéndome la lengua aparentaba mirarme las uñas. Agradeciendo no estar rodeada de otros obsesivos entrometidos porque, si hubiera estado la horma de mi zapato en ese vagón, se habría dado cuenta que mis uñas no están ni pintadas y merecen muy poca atención. 
 Y es que no entiendo qué hago reclutando personal, cuando claramente nací para vender mis oídos en la Línea D a extraños que regalan sus penas en las vías. Porque, tal vez no nací para vivir el amor, pero definitivamente nací para escribir un best-seller que reemplace a cualquier mejor amigo. 
 Probablemente mis skills de negociación me habrían permitido llegar a un acuerdo con este intento de consejero. Después de tirar por la borda sus preguntas algo violentas, podríamos haber acordado que alguna especie de charla (Con o sin interlocutor) era necesaria.
 ¿Qué le diría a esta chica fijada en el vacío? A) Si vas a penar, hacelo con estilo. Está científicamente comprobado que el que sufre bien vestido, sufre mejor. B) Nunca le pidas consejos de amor a alguien que besó menos personas que vos, su fuente de conocimiento amoroso viene de la Cosmopolitan y "Love Actually". Y eso, está estadísticamente demostrado. C) Labios vírgenes tiene razón en algo, ESTO hay que hablarlo. 
 La pregunta es: ¿Con quién hay que hablarlo? ¿Hay que hablarlo con el llamador crónico de mitad de la semana? ¿No es acaso el hecho de que solo te llame los miércoles un indicio? ¿No es acaso esta la respuesta que cual mártir del 2015 vas a recibir a tu trillado Qué somos?
 Te entiendo chica extraña del subte. Desde la leve reminiscencia que guardo del amor, te entiendo. VOS querés al llamador de los miércoles. ¿Por qué? Porque seguramente es lindo y te trata bien en esta mitad de la semana. O, tal vez, porque es lo que hay. Puede ser que sea porque el corazón te dice que lo quieras y tus mariposas kamikazes te lanzan al consejo del amigo peor vestido que vi esta semana. 
 Es humano, no podemos evitarlo, el corazón nos dice tantas pelotudeces que la mente intenta racionalizar en actos incongruentes. El pibe te llama los miércoles a las 22 Hs. con un claro objetivo, y vos pensás que no te quiso molestar en la semana, que te extraña, que necesita energía para tirar hasta el finde o que el resto de los días los dedica a salvar al mundo, revertir el hambre en Africa y curar perritos pisados por autos. Ilusa. 
 El corazón nos dice pelotudeces que la cabeza intenta escenificar en acciones que puedan darle un significado. ¿Entonces? El pibe te llama los miércoles y te la bancás con toda esta sarta de justificaciones. Lo soportas hasta que vas en el subte y se hace la luz: No sabe ni qué hacés el resto de la semana y deifnitivamente no está salvando el mundo. SOS LA CHICA DE LOS MIERCOLES. 
 Y ahi es donde corro a tu amigo a un costado, le doy tiempo para que haga una visita a Zara y tomo el control. Porque sos la chica de los miércoles, eso es lo que sos. Y tus opciones son las siguientes: A) Ser la chica de los miércoles con la mayor dignidad posible y buscarte un chico de los jueves y viernes. B) Decirle que sabés lo que sos y cuánto dista eso de lo que querés ser. C) Abrirte de este deja-vu semanal, comprarte un vestido y superarlo. 
 Lo sé chica del subte, la verdad es difícil de escuchar y tu corazón te dice que lo quieras. Pero hay que bajar de la nube. Yo, una extraña bien vestida, te digo que no podés seguir ciega y que no podés dejar que el corazón (o tu amigo poco experimentado) hablen por vos.  
 Pero somos extrañas en un subte, no somos amigas. Vos te bajás en tu estación, yo en la mía. Y nunca vamos a saber si dejaste de ser "La chica de los miércoles", para ser vos. No te juzgo, ¿quién no fue alguna  vez la chica de un día a la semana? Algunos ponen el corazón, otros ponemos la razón donde este órgano que irriga sangre no ve...me pregunto dónde está el punto medio. 
 Y si tengo que inventar el final de esta historia, como sé que le vas a hablar, me imagino que le decís algo así como "Me dice que te quiera (el corazón), pero la razón me dice que no nací para ser La chica de los miércoles".  











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