jueves, 1 de mayo de 2014

We remember to forget...

 Ayer fue un día nefasto. Bueno, tendría que definir el término "nefasto" y me imagino que, dentro de los parámetros que manejo últimamente, les va a costar identificarse.
 Tuve que ir a la guardia, porque esta especie de virus que me acecha parece no querer dejarme en paz. Entonces perdí dos horas de mi vida en una clínica mal decorada, para que me recetaran refrianex y descanso. No sería tan trágico, si no fuera por el hecho de que podría haber estado disfrutando del 35% de descuento en KSK u ordenando mi placard que pide a gritos organización. Actividades que encuentro mucho más terapéuticas que el Refrianex.
 En fin; volví a casa y pedí comida china para me, myself and I. Siguiendo mi regla de "Solo se come en la cama si la enfermedad es terminal o te funciona menos del 33% del cerebro", cené en el living. Cenar en el living significa no tener netflix, lo que me llevó a ver "Guapas".
 Ahí estábamos: mis arrollados primavera, mi cabeza y yo; cuando llegó la escena que intuyo llamó la atención de muchas de las mujeres viendo el programa. 
 Básicamente este grupo de amigas hablaba de cómo estamos "diseñados" para ser infelices, por el efecto del amor no correspondido o complicado. Personalmente creo que la idea de que estemos diseñadas para la infelicidad es patética y me habría gustado participar de esa cena. ¿Por qué? Porque todas tenían brushing perfecto, había vino y una charla donde el género completo tiene algo que aportar.
 Últimamente pienso que las relaciones son como la tecnología. Es un terreno de constantes avances que requiere de adaptación. En el 2003 usábamos Nokia con tres pixeles y una sola función, hoy usamos smart phones que saben hacer más cosas que nosotros. 
 A lo que voy es a que mi teléfono puede hacer mil cosas. Está "diseñado"  hasta para decirme si un cuadro está torcido, traducirme de chino a castellano o resolver mis problemas existenciales.  ¿Para qué lo uso yo? Para chatear por whatsapp y ver instagram. 
 Entonces me pregunto: ¿Está mi teléfono destinado a volar bajo o soy yo la que no entiende para qué está diseñado? 
 A veces nos aferramos tanto a nuestra estructura que se repite sin cesar, que no vemos el potencial de las situaciones. Y pienso que tal vez no estamos diseñadas para sufrir, sino que estamos empeñadas en repetir. 
 Repetimos outfits, repetimos peinados y frases armadas. Repetimos canciones, películas y chicos. Repetimos malos hábitos, acechos y postres. Repetimos boliches, penas y carteras. Repetimos, repetimos, repetimos.
 No estamos diseñadas para sufrir, estamos configuradas para repetir. Y eso es peor que un diseño, es una decisión. 
 Lo curioso de las cosas que se repiten, es que suelen tener un significado. Y es cuando uno advierte la reiteración, que puede hacer algo con eso. Porque si somos honestas, no todas sufren. Es mentira que uno siempre quiere lo que no puede tener, o al que quiere a alguien más. 
 El amor no es mágico, siempre empieza con una elección. Tal vez lo que hay que preguntarse es por qué nuestro diseño nos lleva a elegir a quién elegimos. ¿No será que más que diseñadas para sufrir, queremos fracasar?
 Tal vez es más fácil elegir mal y saber desde el principio que el éxito está fuera del juego. Es más fácil que desilusionarse por no alcanzar una meta. 
 A veces nos olvidamos que las relaciones se tratan de eso, de estar dispuestos a perder y sufrir. Porque aún en una relación idílica se sufre. Se sufre cuando se está separado, cuando se está enfermo, cuando no se puede alcanzar todo lo que uno quiere. Nos olvidamos que para saber lo que es sentir regocijo, también hay que sentir sufrimiento. A veces hay que conocer las dos caras de una misma moneda, pero "we remember to forget".

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