miércoles, 16 de marzo de 2016

¿Con quién se queda el perro?

 Hace dos semanas charlé con mi psicóloga sobre esas sensaciones que experimentamos a veces fuera de lugar. Esos momentos donde nos angustia alguna pequeñez de alguien que recién conocemos, hacemos planteos fuera de lugar o nos ponemos contentos en dimensiones no congruentes con los hechos.
 Extraños te mandan un mensaje de texto y te late el corazón, ni siquiera pasaste por Zara y sentis adrenalina. Se cancela un encuentro y comés una bolsa entera de M&M´s, vas a la peluquería o llenás un carrito de H&M online. Sensaciones fuera de lugar y dimensión.
 Son sensaciones que desconocemos en los acontecimientos y no sabemos de dónde vienen. Y sé que no me pasa solo a mi. ¿Cuántas veces se enojó con ustedes alguien por algo explicable y totalmente injustificado? ¿Cuántas otras se pusieron mal por algo que les dijo una persona que apenas están descifrando si les importa?
 En el 2014 me crucé con un ex novio de antaño. Ahí iba yo, con mis auriculares fucsia y mi pollera estampada, caminando por Avenida Santa Fe. Llegando a la esquina, él me tocó el hombro. Personaje salido de mi inconciente, ya adulto, padre de familia, gerente en alguna empresa. Charla de cinco minutos, cerrada con el clásico "Qué lindo verte, que estés muy bien". Cada uno a su camino. 
 Salía yo de una relación larga y estaba en alguno de los mil quinientos pasos de la rehabilitación emocional de una historia de casi siete años de construcción. Y, en el paso 584; me di cuenta de que con este personaje del pasado, en una Avenida sumamente transitada, nos habíamos vuelto extraños muy cordiales. Volví a ponerme los auriculares y empecé a pensar que no sentía nada. 
 No sentía nada por alguien que, en algún momento me había hecho sentir algo. "¿Esto me va a pasar también en algún momento con esta historia?", le pregunté en ese momento a mi psicoanalista. "No lo sé, es una historia diferente...y larga".
 Dos años después de ese encuentro, pienso que tampoco siento nada por aquél intento de "The Notebook" de la vida real. Sí, sueño con Rottweilers y me sé alguna canción de Cerati, sin embargo la emoción dejó lugar solo a identificaciones del otro. ¿Dónde están los sentimientos?
 Pero la semana pasada estuve pensando. Estuve pensando sobre esas sensaciones fuera de lugar. ¿De dónde vienen? ¿Vienen de esos intentos de historias? ¿Se vuelven a editar esos momentos que nos movilizaron, por estos que nos mueven ahora? 
 Este es el precio de ser extraños muy cordiales. Otros terminan siendo objeto de nuestras emociones huérfanas. Se trata de entender que, a veces, el otro no nos está hablando a nosotros. Y ahí nace el "No sos vos, soy yo". Claramente, soy yo. 
 Entonces pienso: "¿Con quién se queda el perro?". Él se va, vos te vas; ¿qué pasa con las emociones?  Yo me quedé los muebles, él los vasos; yo me quedé dueña del placard, él recuperó la potestad de su auto. 
 Pero ¿Qué pasa con las emociones? Porque las historias que fueron, se vuelven a editar, pero ya fueron. No hay nada más importante, que los personajes actuales que mueven y vuelven a mover los sentimientos que se separaron de esas historias. 
 "No se enojó conmigo, se enojó con algo más. Y yo no me abracé a una almohada por él, me abracé por algo más". Lo que vive en el inconciente, no sabe de tiempos, simplemente vive ahí tratando de hacerse escuchar, hablándole a otro, de otro. No puede enraizarse en cualquier lado, se desliza sutilmente por mecanismos astutos en la realidad. 
 A veces nos cruzamos con personajes especiales, que mueven nuestra cabeza. Vaciaste de emociones personajes caducos, para movilizarte por nuevas figuritas. Estos encuentros son oportunidades, de entender mejor de dónde vienen esas sensaciones que aparecen "fuera de lugar". Son también oportunidades, de construir nuevas. 
 Pero si él se va, y vos te vas; ¿con quién se quedan estos sentimientos desprendidos e ilegibles? Empiezo a pensar que elaborar historias, se trata de construir nuevas. Tal vez tenga que ver con querer leer estos sentimientos salvajes de las partes y obligarlos a reconectarse, para transformarse. 
 Pero si él se va, y vos te vas, ¿con quién se queda el perro?







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