domingo, 7 de julio de 2013

Someday we´ll know...

 Diez capítulos de "Sex and the City" y medio kilo de helado más sabia. Eso es lo que resume mi fin de semana. Bueno, eso y un nuevo mejor amigo: Un gorro de lana que protege mis orejas y las pocas ideas que me quedan.
 Fue un fin de semana de reflexiones. Creo que lo que más me gusta de salir es la parte en la que como pizza a las 6 de la mañana sentada en mi cama mientras mis amigas soportan mis conclusiones. 
 Empiezo a creer que el amor depende en un 96,5% de la suerte. Me cuesta creer cuando me cuentan historias que nacieron en boliches. Porque cuando voy a bailar, no puedo evitar un momento de lucidez que dura microsegundos donde me siento como Lindsay Lohan en "Mean Girls" cuando ve la cafetería del colegio como analogía de la selva.
 Es una selva. Y las historias empiezan donde alguien le da una oportunidad a alguien que viene de presa en presa. Cómo nos mintió Disney. No hay luces de colores que unen la pista de punta a punta. Cupido no usa flechas, ni una 9 mm; usa Speed con Vodka y frases trilladas.
 Voy a concederles esto: La colección de chicos lindos en camisas a cuadros es un buen espectáculo. Supongo que la clave está en evitar los minutos de salirse de la escena y ser espectador.
 Cuando mi mundo se para, hay algo que me gusta hacer. Me gusta caminar por la Ciudad y ver cómo el mundo sigue. Cientos de personas caminan alrededor. Gente que tiene sus propias historias, que va a otros lugares. Me pregunto en qué piensan, de dónde vienen y a dónde van. Me recuerdan que el mundo sigue girando para ellos y que va a volver a girar para mí. 
 El mundo vuelve a girar porque no hay lógica en las elecciones de objeto. Supongo que a eso se refiere la gente cuando señala que un clavo saca a otro. Es la necesidad de elegir un objeto y llenar un vacío lo que mueve el deseo, no el objeto en sí. Y es que si las pulsiones se aferraran eternamente a algo, el universo no rotaría y salir a la calle sería lo más parecido a la experiencia de Will Smith en "Soy leyenda".
 No puedo evitar pensar en lo que intentó enseñarme ese maestro de yoga chileno el día que estrené el jumpsuit más canchero del mundo. Aferrarse es estancarse. Aferrarse a un color de uñas, a un par de zapatos, a una comida o a una historia; no tiene sentido.
 Cosas a las que sí hay que aferrarse: Amigos, colores combinados, milanesas, coca light, Shopping, terapia, mi ipod.
 Cosas a las que no hay que aferrarse: Amores de la adolescencia no correspondidos, historias rotas, botas texanas, canciones deprimentes y cartas viejas.
 Medio kilo de helado y un gorro de lana...la traquea congelada y las ideas contenidas. Un brownie, dos cafés con crema, tres empanadas y un número de teléfono. Eso me deja este fin de semana. ¿El número? Es de mi nueva posible terapeuta. Que Yoda la ilumine, va a necesitar mucho Freud para sacarme este gorro.

1 comentario:

  1. jajaaja me copa el finde. Que vendra en el prox? la selva en invierno viene jodida

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