domingo, 22 de junio de 2014

it´s been a while, since I begged for anything...

 Cuando entro a una librería me pasa algo extraño. Experimento una sensación completamente distinta a la seguridad que siento cuando entro a un local de ropa. Cuando entro a estos cuartos repletos de libros, siento ansiedad. Ansiedad porque sé que estoy rodeada de historias que me gustaría incorporar por ósmosis.
 Tal vez de eso se trata leer, vivir la historia de otro mientras la propia vuelve al cauce. O por ahí proyectamos, porque es más fácil leerlo en un papel que tramitarlo en la cabeza. 
 Sea como sea, hace tiempo que me cuesta leer. Leí tres capítulos de cinco de los siete libros que compré. Y día por medio, los limpio como un accesorio más de mi casa, preguntándome si algún día voy a tener ganas de ver cómo terminan esas historias (o cómo empiezan).
 Y es que abrir un libro últimamente era resistir la tentación de leer la última hoja, supongo que para evitar sorpresas. Porque en la contratapa nunca te dicen la verdad de la historia. No te dicen si es realmente de amor, si hay extraterrestres o enfermedades. ¿Perdí la tolerancia a la sorpresa? 
 Bueno, en mi defensa, diría que NO. Lo que pasa es que para mí las sorpresas siempre vinieron en bolsas de Kosiuko, y serpentina, no en eventos desafortunados. Y es más que lógico que una mente inteligente quiera prepararse ante el imprevisto, por ejemplo leyendo la última hoja de un libro.
 Tal vez los libros tendrían que venir con un cuadro nutricional atrás. Pero en vez de calorías, deberían poner marcadores de emociones y conformidad con los finales. Como las Lays, que cuando las das vuelta dicen cuánta grasa tienen. Un libro que, cuando lo dé vuelta, diga "Vas a llorar un poquito", "No vale la pena", "Este no te lo olvidás más" o "Dejalo en la repisa y corré". (No sé si seguimos hablando de libros).
 Sea como sea. Entré a una librería para comprar un regalo, y lo vi. En un aparador que parecía ambientado para mí, lleno de colores fucsias y títulos eclécticos; había un libro de tapa salmón con letras gigantes. "Yo antes de ti". Y me quedé releyendo el título, creo que me tomó un minuto ir a la contratapa.
 No voy a detenerme en la historia que roza muchos clisés, pero logra atinar al punto simple del amor, mostrando que no se compone más que de momentos compartidos donde no tiene por qué haber fuegos artificiales en el aire.
 "Yo antes de ti". El título es simplemente una genialidad. Porque por sí mismo, atrapa cualquier ojo. Uno es siempre antes que algo, no hay nada que no nos marque. Yo antes de mis Hunter, odiaba más la lluvia; antes de probarlo, detestaba el Fernet y antes de tener tele en la habitación, no concebía comer en la cama. Piensen todos los "antes de"...antes de su primer beso, de la universidad; antes de esa cartera preferida, del push up y del rush rojo. Antes de sus mejores amigas, de la planchita o los maxi sweaters un día de pastas. Antes de que alguien les guste, sus músculos pre pilates o nuestras vidas antes de la tarjeta Sube. Siempre hay un antes, y un después, de algo.
 Por primera vez en un tiempo no quise leer la última página del libro. Quiero saber el final, y no quiero que se termine a la vez. Estoy dispuesta a recorrer la historia completa, reírme o llorar si es necesario.  Y todo ese circuito me hace pensar sobre el por qué no puedo leer últimamente. 
 No quiero sonar muy Nubeluz en su canción "Escapate con un libro". Pero la secuencia de la librería, me hace pensar. Simbólicamente digo...o literalmente, no lo sé. Quiero saber el final de "Yo antes de ti". No quiero que se termine, pero necesito seguir leyendo para saber qué pasa. Porque hasta que no llegue al final, voy a seguir dejando  historias en el tercer capítulo. Y algunas, para ser honesta, parecen interesantes. 
 La vida sería más fácil entre bolsas de Kosiuko y algunas sesiones menos de terapia. Pero supongo que sería como vivir en la última página de un relato. Y pasó mucho tiempo desde la última vez que rogué por algo, pero quiero más. Más historia supongo, o tal vez poder llegar al final y cerrar el libro. 


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