miércoles, 29 de mayo de 2013

No sé cómo retroceder.

Alguien mencionó ayer los libros "Elige tu propia aventura". Preguntó si me acordaba. No solo me acuerdo, sino que eran una de mis colecciones preferidas.
Aunque muchos no lo crean, fui una niña muy lectora. Mis series preferidas eran todas las de R.L. Stine: La calle del terror, Escalofrios. Tenía cerca de 30 libros de él y hasta me inspiró a escribir mis propias historias de "terror" a los 8 años.
Tenía muchos libros de la colección "Elige..." y los leí todos varias veces seguidas. ¿Saben por qué los leía una y otra vez? Porque moría.
Me pregunto si mi afición por el terror tuvo que ver con mis muertes súbitas en estos cuentos. Tal vez era demasiado aventurera. Tal vez estaba acostumbrada a esa calle del terror donde el que se aventuraba no perdía nada.
La vida es como estas aventuras donde hay que elegir. Por ahora no hay yetis, mosqueteros o piratas; pero últimamente me encuentro con curvas de muerte súbita otra vez.
A diferencia de la época en la que tenía 8 años, hoy, ahora, ya; no quiero releer o revivir ciertas historias. ¿Qué quiero hacer? Quiero ver "Sex and The city" y comer cheetos.
Por ahí estos libros, lejos de prepararnos para la vida, nos hicieron creer que hay vuelta atrás en todas nuestras decisiones. La realidad es que no la hay. Si entraste en la cueva, ENTRASTE EN LA CUEVA; y si te comió el yeti, TE COMIÓ EL YETI.
En la realidad a veces el otro no nos da opciones y nos manda directo a la cueva. Qué bronca ¿no?
Últimamente siento que me fatalitycearon. O sea, que me hicieron una fatality a lo Mortal Kombat.
Ayer me di cuenta que seguía en la aventura de otro. Mientras veía el partido de Boca y comía fugazza rellena, supe que seguía en las opciones de alguien más.
Entonces miré el plato, miré la tele y no me vi a mi. Y pensé dos cosas: La primera es que aunque quiera no puedo odiar a Boca, porque en el fondo siempre va a ser Boca (Metaphorically speaking). La segunda es que necesito volver a terapia y elegir mi propia aventura.

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